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Sección de G. Adolfo Ruiz J.
Guadalajara; Jalisco, 15 Julio 2021.- La Organización Mundial de la Salud (OMS) define un probiótico como un microorganismo vivo que, consumido en cantidades adecuadas, produce un efecto positivo para la salud, más allá de lo concerniente a la nutrición. El concepto de probiótico fue creado a comienzos del siglo pasado por el científico ruso y premio Nobel Elie Metchnikoff, que planteó la hipótesis que comer productos lácteos fermentados mejoraba la salud y aumentaba la longevidad de los campesinos búlgaros.
Fue el primero en indicar que sería posible modificar la flora intestinal sustituyendo a los microorganismos dañinos por microorganismos útiles. A estos microorganismos útiles se les denomina probióticos, que significa “a favor de la vida”.
Los probióticos son microorganismos vivos que facilitan la digestión, ayudan a equilibrar la función intestinal y evitan que proliferen bacterias intestinales productoras de toxinas; además mantienen nuestro intestino saludable y logran un impacto positivo en el manejo de problemas gastrointestinales como el Síndrome de Intestino Irritable (SII), la diarrea asociada al consumo de antibióticos, así como infecciones por Clostridium difficile y Helicobacter pylori.
Reportes de la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP, siglas en inglés) refiere sobre el alcance y el uso apropiado del término probióticos, existe evidencia clínica que sugiere un beneficio contra condiciones específicas como enfermedades gastrointestinales, afecciones cardiovasculares y el fortalecimiento del sistema inmunológico.
En ese contexto, la Licenciada en Nutrición por la Universidad Autónoma de Guadalajara (UdeG), Rebeca Vega Pérez, explicó: “En el intestino residen millones de microrganismos que ayudan al proceso de la digestión. El intestino constituye la primera línea de batalla de nuestro sistema inmunológico, ya que se encuentra íntimamente ligado al sistema digestivo.
Además detalló: “Los intestinos están formados por diferentes capas, una de ellas es la mucosa, la cual está en contacto directo con los alimentos que ingerimos y alberga una gran cantidad de bacterias; algunas de ellas son necesarias ya que ayudan en el proceso de digestión, mientras que otras tienen un impacto negativo en la función intestinal. A este delicado ambiente se le denomina microbiota”, mencionó quien tiene una maestría en Nutrición Deportiva por la Universidad del Valle de México (UVM).
La también Coordinadora Médica de Servicios de Enfermería en Grupo PISA, Rebeca Vega, explicó: “Cuando la microbiota sufre alteraciones ocasiona una respuesta inmunológica que produce la inflamación del intestino, así como una inflamación sistémica que puede agravar los síntomas de cualquier otra enfermedad preexistente y empeorar los efectos negativos de la obesidad y del síndrome metabólico, por lo que es importante para restablecer el equilibrio en nuestro sistema digestivo.
Por su parte, la Gerente Médico de Endocrinología y Nutrición de Grupo PiSA, Irma Luisa Ceja Martínez, comentó que una alimentación inadecuada, el consumo de tabaco o alcohol o el uso indiscriminado de antibióticos y medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), entre otras cosas, debilitan las células intestinales produciendo alteraciones en la microbiota.
La especialista en Medicina Interna, Irma Ceja, destacó: “Una de las formas para restablecer o corregir la buena función de la microbiota es mediante el consumo de simbióticos, aquellos que combinan probióticos con prebióticos. Asimismo indicó que el consumo de probióticos en especial aquellos que cuentan con cepas de bacterias como Lactobacillus rhamnosus, Bifidobacterium longum y Pediococcus pentosaceus, así como la de zinc ingesta, suplemento recomendado por la OMS después de un episodio de diarrea, ofrece un mayor efecto antiinflamatorio en el intestino.
“El zinc se encuentra en las células por todo el cuerpo y es necesario para que el sistema inmunológico funcione de manera apropiada y ayude en la división y el crecimiento de las células, al igual que en la cicatrización de heridas y en el metabolismo de los carbohidratos”, enfatizó quien es miembro del Colegio de Medicina Interna de México, A.C. (CMIM)
En el caso de los probióticos, la Lactobacillus rhamnosus es una de las bacterias más estudiadas del mundo. La Bifidobacterium longum, es capaz de colonizar el intestino y sirve para reducir la duración de la diarrea, de acuerdo con el Colegio Mexicano de Pedriatría (CMP). La ingesta de prebióticos FOS (FosfofructoOligosacáridos) e inulina, ayudan en la alimentación de las bacterias buenas y favorecen su proliferación en el intestino.
Los reportes de la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP, por sus siglas en inglés) indican que no existe suficiente evidencia clínica sobre el efecto de los probióticos frente a la enfermedad infecciosa de la COVID-19, causada por el virus SARS-CoV-2.
Sin embargo, los pacientes con COVID-19 pueden tener manifestaciones gastrointestinales que incluyen náuseas, vómitos, diarrea y dolor abdominal, por lo que se ha hipotetizado que el uso de probióticos, prebióticos y zinc tienen un probado efecto positivo sobre el sistema inmune, la microbiota intestinal y la función de barrera del intestino, aportando beneficios para prevenir y/o mitigar las manifestaciones clínicas del coronavirus, concluyeron las especialistas sobre el tema.