* Que transgrede las fronteras entre las identidades sexuales y reivindica a las minorías. Se estrenará el próximo 22 de noviembre bajo el sello de Cinépolis Distribución
Redacción RD:
CDMX noviembre 2019.- ¿Hasta qué punto los roles de género y el aspecto físico determinan las
vidas de las personas? Esa es una de las preguntas centrales que se hace en
Criaturas Fronterizas - Border (2018), la más reciente película con la que Ali
Abbasi demuestra por qué es uno de los cineastas más transgresores de nuestro
tiempo.
Con una
estética gélida que recuerda al terror escandinavo más escalofriante, este
thriller fantástico cuenta la historia de Tina (Eva Malander), una mujer poco
agraciada con aspecto de troll que tiene un don especial que utiliza con
destreza en su trabajo como agente de aduanas: es capaz de oler el miedo, la
vergüenza, la lujuria, la ambición, la envidia, la ira y todo tipo de emociones
humanas.
Sin
embargo, su aspecto físico y un oscuro secreto sexual la orilla a vivir entre
el rechazo social, la autocensura y la monotonía. Una dinámica asfixiante que
llega a su fin hasta que conoce a Vore (Eero Milonof), un forajido con quien
establece un romance perturbador y lleno de giros sexuales inesperados.
Criaturas
Fronterizas - Border
es una cinta inclasificable. En ella confluyen el relato íntimo, el suspenso,
el horror, la fantasía, la crítica social, el misterio y la trama policiaca.
Una suerte de realismo mágico donde los personajes representan, cada uno a su
modo, a los desprotegidos y a las minorías, a esos seres distintos que no son
asimilados por el establishment que define qué está bien y qué está mal, qué es
bello y qué es horrible.
“Esta película va de outsiders, de minorías y
su vida en sociedad. Ser un troll es una metáfora sobre ser alguien diferente.
La veo como una historia de amor entre dos personas feas. Tenemos un sentido de
la estética muy retorcido en el cine. En Hollywood todos son guapos, por eso
veo su cine como un tipo de surrealismo que no me creo ni por un segundo.
Lo
alarmante es que podamos interpretar eso como la realidad, porque no lo es. La
gente fea, gorda o con narices grandes también tiene sentimientos, y no tienen
por qué ser siempre bufones o villanos”, aseguró Abbasi a la revista española Fotogramas.
Criaturas
Fronterizas - Border está basada en Gräns, un relato corto de John Ajvide
Lindqvist, escritor sueco de culto cuya narrativa ya había servido antes como
inspiración para que Tomas Alfredson hiciera Déjame entrar (2008), película
sueca en la que se utiliza la mitología fantástica del vampiro para hablar
sobre el acoso escolar.
En 140
minutos, Criaturas Fronterizas - Border se vuelve una reinterpretación de los
conflictos sociales en este caso la discriminación a través de una metáfora muy
poderosa extraída de los mitos oscuros de los bosques escandinavos. De esta
manera, Abbasi se da la oportunidad de abordar temas como el racismo, la
xenofobia, la pornografía infantil, el asesinato, la maternidad, la identidad
transgénero, el aborto y la adopción. Tópicos que, sin duda, forman parte de
las agendas políticas de prácticamente cualquier congreso del mundo.
El reconocido crítico argentino de cine Diego
Trerotola ubica a Border entre “lo más vibrante de la pasión queer”,
pero también recomienda pensarla como “un relato de la ciencia como forma de
exterminio de cuerpos que no encajan o imágenes que nos ayudan a pensar las
políticas del aborto, la adopción y la procreación, entre otros conflictos
donde también se tensa el sentido ético del monstruo”.
Quizás
la pregunta rectora del filme sea: ¿qué nos hace verdaderamente humanos? De ahí
que la identidad sea el principal objeto de crítica. Porque como bien anticipa
el director en una entrevista al diario español Público: “Estoy en contra de
esa idea de identidad, de la que han construido. En la película pasa igual que
conmigo mismo, que soy como una mesa de bufé: iraní, pero criado en Suecia y
vivo en Dinamarca.
Creo que
Criaturas Fronterizas - Border es sobre
todo una de las películas más europeas del año. Parece que todo conduce a que
creamos que hay una identidad real por algún sitio, cuando en realidad se trata
siempre de construir una identidad. Es cuestión de seleccionar, ella elige.
Para mí, yo no elijo ni iraní ni sueco ni danés”.