* Jacinto y Nicolasa: la historia de un asesino que es en realidad un héroe, y de un criminal que en realidad es una víctima. Es una obra forjada a partir de dos monólogos entrelazados, cuyos protagonistas son Rarámuris: “Los lunes de Jacinto” y “Nicolasa sueña”.
REDACCIÓN:
México,
DF, a 20 de enero de 2014.- Jacinto informa que ha cometido un asesinato. Luego
de un juicio celebrado en su comunidad, se entrega un lunes a las autoridades
municipales pero no lo reciben pues el juez que debía haber llegado desde
Chihuahua no está. Así comienza el largo peregrinar de Jacinto quien cada lunes
debe dejar a su mujer y sus hijos para caminar tres días y dos noches hasta el
ministerio público y confesar que cometió un asesinato.
En su ir
y venir se van revelando las verdaderas razones por las que mató a su compadre
confundiéndose así entre los roles de héroe y villano. ?Los años pasan y a Jacinto poco a
poco lo abandona la culpa y la angustia de que vayan a buscarlos los
municipales ... hasta el día que llegan por él para “hacer justicia”.?
Nicolasa
pide que encuentren a su hijo, se lo han llevado unos hombres encapuchados
junto con un amigo cuando pescaban en el río. Tan sólo tiene 13 años, muchos
sueños y proyectos y Nicolasa quiere encontrarlo antes de que los pierda. En su
búsqueda desesperada Nicolasa perderá sus sueños, deseará lo peor y terminará
encontrando a un hijo que “es como si no tuviera corazón”, un hijo que ahora
está en la cárcel porque lo han convertido en sicario, un hijo al que le
robaron los sueños. ?
Jacinto y Nicolasa nos acercan a la estética y
la ética del mundo tarahumara con la historia de un asesino que es en realidad
un héroe, y de un criminal (el hijo de Nicolasa) que en realidad es una
víctima.
En
palabras del director Alberto Lomnitz, se trata de uno de esos textos
dramáticos en el que la principal tarea del director –después de admirar el
texto y elegir cuidadosamente a los actores que mejor puedan darles vida a los
dos protagonistas-- es no estorbar. No estorbar al trabajo de los actores, ya
que, como en la mayoría de los monólogos, el peso de la puesta en escena recae
sobre sus hombros.
Y no
estorbar a un texto que logra la alquimia de cantar –como debe cantar la música
o la poesía- - y al mismo tiempo presentar un tema éticamente interesante (la
relatividad del concepto de justicia) y socialmente significativo (la
marginación y opresión de los pueblos nativos de México, específicamente de la
nación Rarámuri).
El
vestuario, originario de la Sierra Tarahumara, es realista y sencillo: Jacinto
es un joven adulto tarahumara querido y respetado en su comunidad; Nicolasa una
madre empeñosa, no carente de sensibilidad y sabiduría.
El
diseño escenofónico parte de lo que es la vida sin corriente eléctrica
–realidad tan lejana a nuestra experiencia urbana-- para crear una elaborada
partitura a partir de sonidos de la naturaleza e instrumentos musicales
Rarámuris, grabados por el propio Rodolfo Sánchez Alvarado en la sierra
Tarahumara.
El
marcaje busca aprovechar con ingenio y elegancia las posibilidades de creación
de imágenes escénicas a partir de dos actores y un mínimo de objetos en un
espacio vacío: posibilidades que, desde luego, son infinitas.
La
escenografía consiste en un escenario casi “vacío” (es decir, cámara negra: ya
que el vacío no existe en el teatro) sin más que una silla, un banquito y una
vieja lámpara de oficina. Así pues, los elementos de diseño que cobran mayor peso
son el marcaje escénico, el diseño de escenofonía (a cargo de Rodolfo Sánchez
Navarro) y el diseño de iluminación (Martha Benítez), dotados de gran
plasticidad para permitir al espectador imaginar de manera vívida los cambios
de situación que se suceden en el devenir de la obra.
Dirección: Alberto Lomnitz.- Escenofonía: Rodolfo Sánchez Alvarado.- Diseño escénico: Marta Benítez.- Asistencia: Daniela Guerrero, Con Olivia
Lagunas y Bernardo Velasco
Teatro
La Capilla.- Martes 20:00 horas.- del 28 de enero al 25 de marzo.- Costo del
boleto: $150.00.- Producción: Tepalcate Producciones, realizada con el
estímulo fiscal del artículo 226 Bis de
la LISR (EFITEATRO)