* La mujer temblorosa o la historia de mis nervios, es un ensayo que ahonda en sus problemas físicos y en la neurociencia.
(Redacción).- En una entrevista para comentar su anterior novela “Todo cuanto amé”, Siri Hustvedt comentó: “deseo que me conozcan por sí misma”, no por la sombra de mi esposo Paul Auster, casado con el después de que el se divorciará de su anterior esposa Lydi Davis, lo que sin duda alguna consiguió
“La mujer temblorosa”; Estoy seguro que será una interesante lectura, este libro nos acercara a comprender mejor esta intensa búsqueda sobre y una explicación de unas dolencias que parecen no tener una explicación física y el inmenso laberinto que representa para los pacientes además de un largo periplo médico en busca de un diagnóstico.
Siri Hustvedt, en “La mujer temblorosa”, nos presenta también las “memorias neurológicas” en las que analiza su propio sistema nervioso y sus problemas de salud, Siri Hustvedt comenta; “el acto de narrar historias tiene siempre un valor curativo”. En el libro 'La mujer temblorosa o la historia de mis nervios', la autora parte de sus propios sufrimientos psicosomáticos para repasar la evolución histórica de la neurología y la psiquiatría.
De este modo, el libro se convirtió en una lúcida crónica de la búsqueda de un diagnóstico, de una explicación para males que no parecen tener una causa física, y que llevó a Hustvedt por los vericuetos prácticos y teóricos de la psiquiatría, la neurología y el psicoanálisis, “disciplinas que ofrecen perspectivas distintas y a veces contradictorias sobre un mismo hecho”.
Dueña de un sistema nervioso enemigo, que además de constantes encefaleas le ha provocado algún ataque serio y sometido a una fuerte medicación y a sesiones de psicoterapia, la escritora de origen noruego se ha interesado toda la vida por la neurología y la psiquiatría, filtrando estos temas sólo tangencialmente en sus libros.
Cuando de niña una compañera de colegio le aseguró que jamás había tenido dolor de cabeza, Siri Hustvedt, “no lo entendía” ya que creía que las migrañas que siempre había padecido eran compartidas por el resto de la humanidad.
“De pequeña sobre esos terribles pinchazos en la cabeza” Por un lado, no dramatizaba ya que me imaginaba que formaban parte de la vida de todos nosotros. Por el otro, no los compartía con los demás, intuía que era un asunto muy privado e interno que debía guardarme para mí. También recuerdo que, dado que acompañaba a mis padres a misa en Minnesota, los conectaba de alguna manera con experiencias religiosas, concluyó Siri Hustvedt