* El veneno de las espinas de la especie invasora del Caribe es analizado para identificar su interacción con el mecanismo de neurotransmisión relacionado con esta enfermedad
Redacción RD:
CDMX 11 agosto 2020.- Aunque su presencia es
considerada nociva y se ha reconocido su dificultad para detener su invasión en
el medio ambiente, diversos grupos de investigación han mostrado interés por
estudiarlo. No se trata de ningún virus, sino de una especie invasora en el Caribe
mexicano, conocida como pez león.
Una de
esas investigaciones la realizan Mayra Pamela Becerra Amezcua, investigadora posdoctoral, Carlos Puch Hau investigador asociado y
Reyna Cristina Collí Dulá
investigadora del programa de Cátedras Conacyt, adscritos al Departamento
de Recursos del Mar del Cinvestav Mérida, quienes trabajan en el laboratorio de
Biotecnología y Toxicología Molecular.
Ellos
reconocen que, si bien esta especie invasora representa un peligro para los
peces endémicos de la zona, el pez león es un organismo muy peculiar e
interesante para su estudio, debido a que presenta características biológicas
que le han ayudado a su sobrevivencia y reproducción en diferentes ambientes.
Entre
esas características destacan algunas toxinas que presenta el veneno de las
espinas del pez león, las cuales son una fuente importante de moléculas que
pueden ser utilizadas como herramientas moleculares para entender diversas
patologías.
Los
investigadores del Cinvestav han relacionado las toxinas de este veneno con el
estudio de la enfermedad de Alzheimer, al analizar su efecto en los receptores
de acetilcolina de tipo nicotínico, proyecto posdoctoral de Pamela Becerra.
Se sabe
que la acetilcolina es uno de los principales neurotransmisores
(biomolécula que permite la transmisión de información desde una neurona a
otra) del sistema nervioso, al estar involucrado en diferentes funciones del
organismo, como el movimiento voluntario de los músculos, actividades del sistema nervioso
autónomo e incluso en procesos de atención y aprendizaje, por lo que
bajos niveles de este neurotransmisor se ha asociado con los síntomas del
alzheimer.
Usando
técnicas de inmunofluorescencia, análisis electrofisiológico y de expresión
de algunos genes relacionados con la expresión de la enzima
acetilcolinesterasa, los investigadores, en colaboración con Arisai Hernández
Sámano y Manuel Aguilar Ramirez, de la UNAM, estudiaron los efectos del veneno
del pez león en los sistemas dopaminérgicos y colinérgicos utilizando
diferentes organismos modelos.
Para
ello, en su investigación emplearon como modelo de análisis al pez cebra, donde
estudiaron el desarrollo de anticuerpos que se pudieran asociar con el efecto
de los receptores que están ligados con el veneno, y hallaron que las toxinas
del pez león afectan a las neuronas dopaminérgicas y que tienen un efecto
inhibitorio en ciertos receptores neuronales humanos (alfa3 beta2) y de peces
cebra (alfa 2).
“Eso nos
dice que existe una interacción (del veneno) con receptores de acetilcolina
expresados en los embriones de peces cebra estudiados; a partir de ese dato
revisamos en la literatura científica cómo es que otras toxinas, provenientes
del veneno de otros organismos, también interactúan con la neurotransmisión de
acetilcolina”, sostuvo Mayra Pamela
Becerra Amezcua y Reyna Cristina Collí Dulá.
Estos
resultados podrían ser de ayuda para estudiar el alzheimer, ya que el aumento
en la actividad de la enzima acetilcolisterasa, ligada con la neurotransmisión
de acetilcolina, está relacionada con el desarrollo de esa enfermedad. De modo
que analizar las toxinas del veneno del pez león podría ayudar a entender mejor
cómo se presenta este padecimiento neurodegenerativo.
“Los
efectos que presenta el veneno del pez león son similares a lo que ocurre en la
enfermedad de Alzheimer, atribuidos al aumento de la actividad de la
acetilcolisterasa. En consecuencia, con los resultados de este estudio podemos
empezar a desarrollar una investigación sobre las interacciones de las toxinas
aisladas de venenos marinos para propósitos de análisis médicos”, explicaron
las investigadoras del Cinvestav Mérida.
Este es
un ejemplo de cómo se puede sacar provecho científico de un problema ambiental,
que si bien, es necesario hacerle frente, también es posible considerarlo como un
área de oportunidad para la obtención de nuevos conocimientos que pueden ser
empleados en beneficio de la población. Los hallazgos de esta investigación
fueron publicados en la revista Environmental Toxicology and Pharmacology