* Producir bioetanol a partir del bagazo de agave y caña de azúcar, sería una alternativa para hacer frente a la escasez o altos costos del petróleo.
REDACCIÓN:
La
obtención de combustibles a partir de recursos naturales se ha convertido en
una tendencia internacional para hacer frente a la escasez o altos costos del
petróleo, además de ser una opción benéfica para el medio ambiente. Sin
embargo, en su elaboración se emplean productos que pueden ser aprovechados en
la alimentación humana, como la soya o el maíz.
Ante
ello, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) trabaja en
el aprovechamiento de desechos agrícolas para la producción de etanol. La
investigación del Departamento de Biotecnología y Bioingeniería consiste en
degradar, a través de bacterias, el desperdicio de la industria tequilera
(agave) y de los ingenios azucareros (caña) hasta obtener precursores del
biocombustible.
Teresa Ponce
Noyola,
titular de la investigación, comentó que si bien la obtención de
biocombustibles a partir de bacterias es una práctica realizada desde hace un
par de décadas a nivel mundial, lo que distingue al proyecto del Cinvestav es
el estudio y obtención de nuevos microorganismos más eficaces para esta
finalidad.
A través
de técnicas selectivas, el grupo de investigación encabezado por Ponce Noyola
identificó las bacterias que podrían ser más útiles en la producción de enzimas
capaces de degradar la celulosa y hemicelulosa del bagazo de agave y caña,
sustancias que por su alta cantidad de azúcares pueden emplearse en procesos
fermentativos.
Al
explicar la obtención del bioetanol, la también miembro de la Academia Mexicana
de Ciencias sostuvo que los azúcares (celulosa y hemicelulosa) presentes en los
residuos del agave y caña son degradados por medio de bacterias a su forma más
simple, para después introducirlos a procesos de fermentación que resulten en
la generación de alcoholes.
“Lo que
obtenemos de la degradación enzimática es una especie de licor dulce, al cual
eliminamos su jarabe a través de una técnica llamada sacarificación. Después,
el producto resultante lo fermentamos con otro microorganismo para obtener un
tipo de alcohol, que puede purificarse hasta lograr etanol”, esbozó la
investigadora.
Una vez
identificadas las bacterias (del tipo celulomonas), los investigadores del
Cinvestav desarrollaron nuevos microorganismos con técnicas de mutación
química, los cuales permiten obtener las enzimas empleadas en la degradación de
azúcares de manera más rápida y de mayor calidad.
“Las
nuevas generaciones las obtenemos tras aplicar estímulos externos químicos a un
grupo de bacterias celulomonas. Lo que empleamos son luz ultravioleta,
nitrosoladimina o etilmutanosulfanoto para alterar al microorganismo y hacer
que produzcan más enzimas degradadoras de azúcar”, detalló Ponce Noyola.
La
científica del Cinvestav, quien también pertenece al Sistema Nacional de
Investigadores, apuntó que además de su efectividad en producción de enzimas,
las bacterias obtenidas por su equipo de trabajo no requieren condiciones
específicas para su crecimiento, por lo que su producción no es costosa.
El grupo
de investigación del Departamento de Biotecnología y Bioingeniería del Cinvestav
lleva 25 años estudiando la degradación de residuos a través de
microorganismos, y la siguiente etapa del proyecto es reducir las etapas para
la obtención del bioetanol a partir de procesos enzimáticos, por lo que se busca
generar la sacarificación y fermentación con una sola enzima.
De
acuerdo con Ponce Noyola, esta investigación realizada en el Cinvestav se
encuentra a la vanguardia científica, aunque reconoció que aún no podría
producirse a nivel comercial. “Los microorganismos generados tienen los
estándares de calidad, pero no se ha escalado su producción a nivel industrial,
por lo que aún faltan realizar pruebas para realizar alguna transferencia a una
empresa interesada”.