* La falta de motivación por estados depresivos disminuye la adherencia terapéutica a tratamientos establecidos.
Redacción:
Es importante orientar biopsicosocialmente al paciente para alcanzar una vida plena, saludable y activa. La depresión en la tercera edad se encuentra infra diagnosticada porque se piensa que es parte del envejecimiento, señaló Lucía Yveth Sánchez Herrera, psicóloga especializada en Psicogeriatría y Gerontología Social, del Centro de Atención Social a la Salud de las y los Adultos Mayores (CASSAAM), del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
La depresión, explicó la especialista, es una enfermedad mental con manifestaciones cognitivas, físicas, emocionales y conductuales, cuyos trastornos se convierten en crónicos y resistentes a los medicamentos y, por consiguiente, los logros de su tratamiento no son tan significativos.
Advirtió que las consecuencias de la depresión en esta etapa de la vida son de alto impacto, ya que las personas tienden a caer en el aislamiento y, por lo tanto, a deteriorarse con mayor rapidez, tanto física como emocionalmente. Añadió que la falta de motivación causada por estados depresivos suele disminuir la adherencia terapéutica del paciente a los medicamentos, lo que incrementa el riesgo de muerte.
De acuerdo con Sánchez Herrera, la depresión constituye el trastorno afectivo más frecuente dentro de la sicopatología geriátrica, pues la mayoría de los casos no son diagnosticados por su presentación atípica y porque se cree falsamente que forma parte normal del envejecimiento.
La psicogeriatra, refirió que en ocasiones se trata sólo de tristeza o sentimientos de soledad que no llegan a conformar un cuadro depresivo porque no cumple con los criterios: mínimo dos semanas, al menos tres síntomas y de una gravedad que afecte la funcionalidad en la vida diaria.
Expuso que los síntomas de la depresión tienen manifestaciones “cognitivas”, como disminución de la atención, concentración y lentitud de pensamiento; “emocionales”; baja autoestima, ansiedad, sentimientos de soledad, de inferioridad, de culpa y fantasías de muerte; “conductuales” como irritabilidad negativa a la ingesta o sobre ingesta, problemas en el sueño, aislamiento y agresividad hacia el otro y uno mismo; y “físicas”; fatiga, llanto fácil, falta de energía, apatía y aletargamiento.
De acuerdo con la especialista, existen cuatro tipos de depresión, de los cuales la distimia es el trastorno más común en la tercera edad y se caracteriza por manifestaciones no tan severas, pero crónicas (que duran varios años o de manera indefinida), con independencia de las situaciones que sucedan a su alrededor.
El tratamiento de la depresión en el CASSAAM, reveló Sánchez Herrera, depende de la gravedad, por ello se centra en la parte psicológica con intervenciones grupales, pues a estos pacientes les es más difícil adaptarse a los cambios que tienen que enfrentar en el envejecimiento, pero con apoyo terapéutico para fortalecer su autoestima.
En el centro, la depresión se aborda biopsicosocialmente y se basa en la educación de la salud, a partir de talleres que impactan de manera importante los aspectos físico, cognitivos y emocionales para lograr una buena convivencia, aprendizaje y la integración de las personas de la tercera edad con su vejez para vivirla plena, saludable y activamente.
Para prevenir la depresión, en el Centro de Atención Social a la Salud de las y los Adultos Mayores, se recomienda a las personas mantenerse activas física, mental y socialmente; estar al tanto de los cambios en su cuerpo y de su estado de ánimo para, en tal caso, consultar al médico y no auto medicarse y, sobre todo, distinguir cuando los sentimientos de tristeza y soledad ya que se agravan, señaló Sánchez Herrera.
Recurrir a los especialistas para que ellos sean la ayuda es muy importante, subrayó la psicogeriatra. El psiquiatra o el psicólogo son los profesionales de la salud mental que pueden dar el apoyo y orientación profesional para ayudar a salir de una crisis depresiva difícil de controlar, concluyó.